La muerte del Americano

-Puta Americano que soy miserable weon.-
Con esta frase comenzaba el webeo con el Americano. Reíamos. Según yo era miserable por cagado, siempre ratoneando, no porque no tuviera, sino porque quizás después de tantos años preso, se habia acostumbrado a vivir al filo de la decadencia.
Nos conocimos en la ex-penitenciaria el año 2012 en el taller de inglés. Le deciamos Americano porque había vivido más de 15 años en miami, Estados unidos, pero el weon hablaba menos ingles que el idiota del Lucho Jara.
Cristian Golzio Figueroa se llamaba, le daba corte italiano. Era un tipo encachado de facciones europeas, livianito de sangre. Caminaba sereno por los pasillos fumándose un cigarro. Orillaba bien la cana. Podía conversar con cualquier artista del sub-mundo, sin embargo, era un hombre solitario. Tomaba mate solo. En las tardes se encerraba en su celda a leer. Le gustaban los libros de auto-ayuda y todo lo relacionado con las conspiraciones y el nuevo orden mundial. Según él cada cierto tiempo había un reseteo global y estábamos adportas de entrar a una nueva fase. Citaba ciertas civilizaciones perdidas: los Lemures, los Atlantes, tres más que no me acuerdo y una raza alienígena que había llegado desde el espacio: los Anunaki o (chupisnaki) como les decía yo pa webiarlo. Los famosos Reptilianos parientes de los Anunaki estaban entre nosotros y dominaban el mundo tras bambalinas : los Rotchaild, los MK7, la Princesa Caballo y una amalgama de weas incomprensibles para un simple mortal como yo.
 En ocasiones aparecía de la nada y me ponía sus audífonos para compartir sus gustos musicales, esa música de alto octanaje: Mudvain, Bush, Metálica. En general metal y hardcore undergrown. Reconozco que mis canales auditivos no estaban preparados para recibir ese pulso conchesumadremente hiperkinético, pero aún así lo escuchaba. Otras veces cuando me veía comiendo alguna exquisitez se acercaba con cara de weon preguntando:
 :- Señor, eso que usted está comiendo ahí está rico? - Me hacía reír esa dinámica. Al principio le ofrecía pero nunca recibió. Era su manera de romper los esquemas carcelarios, la rutina o el barretín. Era chistoso verlo como un indigente en el diario vivir. Trabajaba como mozo de reciclaje, el eufemismo que utilizan los pacos para los que recojen la basura. Siempre llegaba con zapatos "nuevos", chaquetas y uno que otro cachivache. Sin embargo, al anunciarse el añorado día de visita y como quién escarba buscando un preciado tesoro, el Americano sacaba a relucir sus mejores pilchas. Como para todos los presos, el día de visita es sagrado. Para algunos el tiempo entremedio no existe, lo evaden viendo tele ( la mitad de la cana) o absortos en alguna artesanía. La plenitud del Americano era estar con su santa madre y su mujer, una guapa Dominicana que lo venía a ver desde estados unidos. Se habian casado en la ex-penitenciaría y tenían planes para el futuro. Por lo pronto estos sueños serán solo recuerdos en la memoria de quienes lo quisieron.
llevábamos casi el mismo tiempo presos: 15 años, 30 lustros o 180 meses, el tiempo que vivió en los estados unidos...maldita paradoja bastarda entre el lujo y la pauperrimidad...
El Americano también pintaba. Es más, escribo esto mientras observo uno de sus famosos cuadros: "Demonios de la ultratumba".
El Americano enfermó de un día para otro. Una mañana lo vi pálido y me preocupó:
 - Americano anda a la enfermería pa que te vean- sugerí, y fué, y no volví a verlo ni lo volveré a ver. Supimos que había ido de urgencia al hospital San José y luego lo trajeron a la torre que colinda con la nuestra. Le hicimos una "manilla" entre los amigos y le enviamos sus cigarros Fox, fuego y útiles de aseo. Anoche como a las 1 llegaron los pacos preguntando por la familia del Americano, algún número de teléfono, correo etc. Nadie supo responder. Yo por mi parte intuí que algo malo sucedía. Hoy por la mañana el Mauricio le preguntó al teniente sobre la salud del Americano y ahí supimos la firme: se fué por donde se vino.
Yo quiero seguirte Americano, quiero irme pronto. A lo mejor andabas enfermo de antes y no le contaste a nadie. Conociéndote te hiciste el Larry, sufriste en silencio, como yo, como muchos de los que se han ido. No sé de qué te moriste, pero usando tus propios términos : te reseteaste.
Me duele tanto saber que te moriste preso, que te quedaba tan poco para salir y ser feliz. Cierro mis ojos y siento que me pones los audífonos. Escucho en silencio tu voz, y en tu voz aquella música que nunca volverá. Nunca te dije te quiero. Nunca te di un fuerte abrazo. Te quiero amigo dónde quiera que estés. Americano, dime una cosa : seré yo el siguiente?



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