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Sangre y lágrimas

I Me tocaba la barba, reía. Recordaba aquel famoso silogismo; los hombres tienen barba, Cirilo tiene barba, Cirilo es hombre. Reía. Sabía que la premisa era falsa, pero me sentía hombre. Venían a mi mente imágenes de la mujer barbuda, reía. Tenía que reír, reírme de mí mismo y de la situación en la que me encontraba. Llevaba tres días sin comer por voluntad propia. Sentía degradante comer en una botella cortada y sin cubiertos; -¿comer con las manos?- , indigno. Al cuarto día comí, no por hambre, -que quede claro- sino por protección y sobrevivencia. Las alimañas que compartían la celda de castigo eran hombres violentos, irracionales. Detectaban el miedo y la debilidad como un empresario la oportunidad de negocio. Pero un negocio sucio y despiadado: "el descuento" . La máxima; antes que me peguen, prefiero pegar. La ganancia; el respeto. Tocaba mi barba y que agradable sensación después de un lustro sin sentirla. Eureka! Dios quiso que conociera este lugar para que volviera a